En la arquitectura residencial, siempre han existido espacios indispensables y otros que podemos obviar. Al diseñar una vivienda, nuestra tarea se trata básicamente de configurar, conectar e integrar distintas funciones de la forma más efectiva y eficiente posible, forzándonos a priorizar. Y aunque hoy muchos apuestan por una arquitectura cada vez más fluida e indeterminada, podríamos decir que el dormitorio, el baño y la cocina son el núcleo fundamental de toda casa, permitiendo el descanso, la preparación de alimentos y el aseo personal. Luego aparecen algunos espacios de encuentro y otras áreas de servicio, y con ellos posiblemente se sumen vestíbulos, pasillos y escaleras que los conectan. Cada espacio suma nuevas funciones que sus habitantes pueden realizar con mayor facilidad y comodidad, y así la vida comienza a desarrollarse de forma más adecuada.
Sin embargo, menos metros cuadrados en el baño podría permitirnos ampliar la sala de estar. O incluso, eliminar algunos espacios aparentemente prescindibles podría entregarle una agradable terraza a sus futuros habitantes. En un mundo sobrepoblado y con ciudades cada vez más densas, ¿qué funciones hemos ido descartando para dar más espacio a lo esencial? Analizamos el caso del lavadero, que ha sido reducido e integrado a otras áreas de la vivienda para ceder su espacio a otras funciones.
Con cada vez menos excepciones, parece ser que el lavadero ha dejado de ser un recinto de apoyo para pasar a la lista de lujos residenciales menos necesarios. Hoy, los antiguos lavaderos públicos se han convertido en las lavanderías de grandes proyectos inmobiliarios –muchas veces el espacio de encuentro más efectivo para sus vecinos–, y los generosos lavaderos de las casas del siglo pasado se han reducido al mínimo espacio que puede ocupar una lavadora. Este electrodoméstico ahora deambula por nuestros planos y modelos 3D, y si no contamos con los metros cuadrados suficientes, podemos pasar horas pensando en la manera más efectiva de incluirlo en el diseño.
Antes de la industrialización, las personas debían lavar su ropa a mano, y era habitual encontrar lavaderos colectivos en los barrios europeos del 1800. En zonas rurales, el lavado de textiles se realizaba directamente en el río o pozo más cercano, calentando el agua con leña, sin embargo, la aparición de tuberías y drenajes fue trasladando este proceso al interior de las viviendas. Cubetas o tinajas independientes, y una serie de utensilios para remojar y restregar las prendas sucias, dieron paso a recintos mejor diseñados, incluyendo no sólo un área establecida de lavado, sino además facilidades para el secado, el planchado y el almacenamiento.
Aunque no todos tienen acceso a ella, y en muchas regiones el lavado a mano sigue siendo la única opción de las familias, la creación de la lavadora cambió en cierta medida las reglas del juego en el diseño residencial contemporáneo. Es posible encontrar registros de las primeras lavadoras en los últimos años del siglo XVII, con tambores giratorios de madera que se accionaban manualmente. Esta modalidad sentó las bases de la lavadora que utilizamos en la actualidad, evolucionando hacia el tambor metálico motorizado, y más tarde hacia la lavadora eléctrica y la lavadora automática de carga frontal que conocemos hoy, incluyendo la posibilidad de centrifugado, e incluso secado, en un único aparato.
La evolución y reducción de la lavadora a un dispositivo de aproximadamente 60 x 60 cm y no más de 90 cm de alto, nos puede ayudar a responder la siguiente pregunta: ¿dónde se cumple la función del lavado en la casa contemporánea? Mientras menos metros cuadrados se tengan para diseñar, más se reduce está función y su espacio físico, eliminando el lavadero e integrado la lavadora en baños, cocinas, o incluso al interior de armarios, nichos o muebles especialmente diseñados para ella.
En el Apartamento 308S, diseñado por BLOCO, los arquitectos renovaron el espacio buscando maximizar la superficie habitable: "redujimos el tamaño de dos habitaciones, eliminamos el cuarto de servicio y minimizamos el área del lavadero. Este procedimiento nos permitió conectar directamente la cocina, el comedor y el baño a las mamparas de cobogó del edificio, que antes estaban dedicadas íntegramente a los lavaderos". En el caso de la remodelación del Apartamento Merlot de Clarice Semerene Arquitetura, el lavadero existente, desproporcionado en relación a las necesidades de sus habitantes, fue reducido para reacomodar y ampliar la cocina.
Como mencionamos anteriormente, otros casos crean nuevos mobiliarios para esconder la lavadora, haciéndose visible sólo en el momento de uso. Para el Apartamento Carlton, los arquitectos de Tom Eckersley Architects crearon una franja de almacenamiento que "conecta los espacios de la cocina, la lavandería y el baño dentro de una sola caja minimalista". Lo mismo ocurre en el proyecto Rubikum For Three Apartment de ARHITEKTURA, ocultando la lavadora junto a la cocina detrás de puertas plegables. Proyecto como el Piso de 33 m2 de Studio Bazi o el Apartamento Andradas de OCRE arquitetura, presentan una solución aún más extrema, integrando en un sólo mueble casi todos los electrodomésticos necesarios para la vida de sus habitantes.
Es habitual que la lavadora sea integrada a espacios húmedos como la cocina o el baño, sin necesidad de ocultarla completamente, y aprovechando sus sistemas de desagüe y sus superficies generalmente impermeables. En el Apartamento Mixtape, diseñado por AZAB, la lavadora y su puerta frontal circular se vuelve protagonista dentro de la renovación del espacio, al igual que en la Vivienda para viajeros Alfondac de Aixopluc. En baños o cocinas, el diseño de un mueble que permita proteger el electrodoméstico puede ser cubierto por un revestimiento translúcido o por una simple cortina de fácil manejo y aspecto liviano, solución adoptada por los arquitectos de Prisca Pellerin en su proyecto Living Under the Roof. En muchos otros casos, el espacio vertical se utiliza para ubicar la lavadora en un estante alto, liberando espacio a nivel del suelo.
Las soluciones pueden ser múltiples y su efectividad dependerá de una observación detallada del espacio disponible, las dimensiones y características del electrodoméstico, y los hábitos y expectativas de sus usuarios. El ruido y la vibración del aparato en funcionamiento, y su influencia en la estética general del espacio son aspectos también relevantes. Especialmente en espacios pequeños, cada elemento en el espacio cuenta, y un pensamiento creativo e innovador se vuelve esencial para que la funcionalidad y el confort confluyan en una mejor calidad de vida.
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